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jueves, 22 de octubre de 2009

De taquito...


La encontró, ahí, en la mitad de la cancha. Parecía una pelota más. Pero él la hizo diferente. Explotó y arrancó con una velocidad hasta extraña en él. Se comunicó telepaticamente con Blanco, que con un delicioso taquito se la devolvió para que él, como si estuviera jugando al playstation, desparrame a Biglianti. Después: arco vacío, definición y delirio mirándole la cara al hincha.

Sí, él, es Nicolás Lodeiro. Ese que hasta se ganó un: "Para Lodeiro la selección..." ¿Teléfono para Tabárez?

Iban tan sólo 20 minutos y qué noche se venía...El Nico se puso otra vez la catorce y desparramó fútbol. Porque jugó e hizo jugar. Contagió a todos y acalambró a un débil Atenas con su toque de primera. Antes que el pibe hiciera esa pinturita para el 2-0 que describía líneas atrás, Nacional se plantó en su casa dispuesto a liquidar al equipo del interior y con ganas de dejar ese 0-4 en el baúl de los recuerdos.

La intención de buen fútbol siempre estuvo y antes de que la urgencia -por borrar la mala tarde sabatina- y la necesidad de un gol tranquilizador gane y desespere, Chapita Blanco -crédito total de Acevedo- definió perfecto uno de esos avances que el Tricolor mostró esta noche: abriendo la cancha con Matute y el Tata, y buscando que los laterales se sumen al ataque para encontrar en Lodeiro un armador a la antigua, recostándose y metiendo pases que duelen.

Y a Nacional le bastó y le sobró con eso. Ese juego vertiginoso, a un toque y desarmando líneas, fue demasiado para un Atenas tibio y carente de ideas, que jamás inquietó a Muñoz. Menos a Lembo y Coates, que lejos de estar bien físicamente, le dio con el oficio.

Cada vez que el Nico arrancó con la pelota de atrás y se juntó con Chapita, la jugada destilaba un fuerte olor a gol. La gente, era consciente del ballet que estaba viendo y se divertía. El jugador se contagiaba y juntos le ponían color a lo que parecía una noche más y desapercibida en la Blanqueada. Matute, que se sintió más liviano al tener cerca al sanducero, prendió la mágica derecha y le dejó en la cabeza, una bocha a Matías Rodríguez, para que el polifuncial meta la testa: 3-0 y cortina cerrada.

Casi misma película que la apertura de esta crónica, pero diferente actor. El Tata agarró una bola pérdida del medio y arrancó a 220. Se la entregó a un incontrolable Chapita, este vovlió a usar un taco como recurso lírico y se la dio al Nico, este lo emuló y con el mismo gesto fínisimo se la dejó al 15 de Nacional para que la cuelgue en en ángulo. Y claro, para que ese gol lo cuelgue en un cuadro y quede inmortalizado en algún rincón del Palacio de Cristal.

De pie. Fue un golazo. Toque, taco, toque, taco y gol. Poco importó si fue el 4-0. El tridente letal del Parque: Tata-Lodeiro-Chapa coronó una noche deliciosa y hasta demasiado golosa con un gol que va a derecho al top ten de los mejores del año. Y, que significó el primero del ex Boca con la pilcha tricolor. Completito.

Después fue el Ballet del Parque. Los goles fueron aire puro. Nacional se soltó y abrió la guinda para todos lados. Varela entró y no desentonó. Cabrera se asoció bien y hasta parecía un entrenamiento. El Bolso se dedicó a hacer circular la bola con una enorme labor del Tito Ferro, que pareció una versión recargada de OJ.

El resto, acompañó la obra tocando de primera y buscando más goles, que otra vez llegó por el Nico y gracias a otro toqueteo furioso, para poner el 5-0, para que la gente cante y lo aclamé. Para que el pibe agarre el escudo, lo besé y...

Para que de taquito otra vez se meta en la lucha del Apertura, para que otra vez se gane un eterno aplauso y hasta ese pedido color celeste...

Fuente:quenonino.com

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