EL BLOG PARA TRICOPATAS APORTA TU COMENTARIO

jueves, 25 de noviembre de 2010

GANAR COMO NACIONAL (Primera Parte)

El club que al fundarse declaró la independencia del fútbol oriental, no solo fue quien le dio a Uruguay su primera victoria internacional y quien lo comandando a su primer triunfo mundial en la olimpiada de Colombes, es también, quien a nivel de clubes ha obtenido la mayor cantidad de títulos internacionales oficiales.

La historia de nuestro fútbol  comienza con Nacional, se escucha desde la letra del candombe (1) compuesto por Jaime Marella, en una estrofa que resalta la identidad entre el origen de la gloria deportiva de nuestro país y el compromiso de nuestro club, reflejada en todas las grandes conquistas de nuestra selección.

Para el mes de setiembre de 1903 estaba pactado en Buenos Aires el segundo encuentro anual de selecciones de ambas ligas del Plata, y ante la deserción de los jugadores del C.U.R.C.C. de la selección oriental, Nacional asume para sí el desafío y la responsabilidad de representar a nuestro país.
El trece de Setiembre, en Palermo, en el campo de juego de la Sociedad Hípica Argentina, Nacional derrota a la selección Argentina por tres a dos. Esa tarde, con dos goles de Carlitos y uno de Bolívar Céspedes Uruguay logra su primer triunfo internacional, con el que obtiene la Copa Chevallier Boutell, consagrándose campeón del Río de la Plata.

Poco más tarde, en el año 1905, a pocos meses de la muerte de Carlitos y Bolivar Céspedes (2), Nacional se adueña de la primera edición de la Copa de Honor rioplatense, con lo que logra el primer título internacional oficial conquistado por un club uruguayo. Fue el día diez de setiembre de 1905 cuando en cancha del Albion, derrotó al poderoso Alumni argentino por tres a dos, con dos goles de Gonzalo Rincón y el restante de Eduardo de Castro.

El 16 de Septiembre de 1906 se volvieron a enfrentar ambos equipos en pos del mismo objetivo, la Copa de Honor Rioplatense, en su segunda edición. El encuentro terminó igualado a dos y el reglamento establecía que debía jugarse un alargue para definir el pleito.  Alumni estaba en una encrucijada, su voluntad de continuar el encuentro se contraponía con la necesidad de regresar a Buenos Aires en un barco que estaba próximo a partir del puerto de Montevideo. Perder el barco significaba para los jugadores argentinos no solamente su permanencia más allá de lo previsto en nuestro país, sino también, el riesgo de enfrentarse a la pérdida de sus empleos al regresar a Buenos Aires fuera de la fecha prevista. Ahora, la imposibilidad de presentarse por estas circunstancias determinaría la pérdida de la final por parte del Alumni y el título nuevamente para el conjunto oriental; pero Nacional no quiso aprovechar esta situación de fuerza mayor y ofreció al club argentino la disputa de un nuevo partido, para así, consagrar al campeón dentro del campo de juego.
La definición fue el 14 de octubre y los argentinos se impusieron por tres tantos a uno (3). Nacional no fue campeón, pero desde sus primeros años de vida ya demostró que su grandeza está más allá de un resultado deportivo.

El segundo título internacional oficial del club se logra en la República Argentina, el día 19 de octubre de 1913 tras derrotar a San Isidro por uno a cero, conquistando la Copa Competencia Rioplatense con gol anotado por José Seoanes (futbolista que encontraría temprana muerte en el año 1914).

En 1915 Nacional se convierte en el primer Rey de Copas del fútbol oriental obteniendo la totalidad de torneos oficiales a nivel local e internacional.
El treinta y uno de octubre se logra para el club la segunda Copa Competencia Rioplatense, al derrotar en suelo argentino a Porteño por dos a cero con goles de Pablo Dacal y Carlos Scarone. Nacional alcanzaba así el tercer título internacional oficial de su historia.
El cuarto lo consigue al mes siguiente, el trece de noviembre con la conquista de la segunda Copa Honor, al vencer a Racing argentino dos a cero en el Parque Central con goles de Pablo Dacal y Ángel Romano.

El quinto título internacional oficial llega de la mano de la obtención de la primera Copa del Río de la Plata, el tres de diciembre de 1916, al vencer en su propia cancha a Racing Club argentino por dos a uno, con anotaciones  de Ángel Romano.

El sexto se alcanza una semana después, al conquistar por tercera vez la Copa de Honor Rioplatense, el diez de diciembre de 1916, tras derrotar a Rosario Central por seis a uno en el Parque Central, con dos goles de Carlos Scarone, tres de Ángel Romano y el restante de Héctor Scarone, el mejor jugador de la historia del fútbol uruguayo y en su tiempo considerado el mejor del mundo y primer mago del fútbol mundial, no desde la mirada subjetiva de los nuestros, sino desde la admiración y aclamación de la crítica y del público extranjero, cuyas canchas supo engalanar en el viejo mundo y en las tres Américas.

En el mismo 1917 en que se estrena La Cumparsita, su autor Gerardo Matos Rodríguez compone en nuestro honor  “Nacional For ever”, en un año que marca un hito en nuestro fútbol, con la obtención por parte de Nacional de la primera Copa Uruguaya en propiedad, en disputa desde 1900, y por la conquista del primer quinquenio oficial del fútbol uruguayo, el de la Copa de Honor, tras derrotar a Peñarol por cuatro a dos el día 28 de octubre con dos goles de Rodolfo Marán, uno de Carlos y otro de Héctor Scarone. Este último triunfo le dio a Nacional el pasaje a la final de la Copa de Honor Rioplatense de 1917, definida el 21 de abril de 1918 en la cancha del Parque de los Aliados, con victoria tricolor por tres a uno frente a Racing Club, con tres anotaciones de Ángel Romano.
A un mes y medio del suicidio de Abdón Porte en el Parque Central (4), el club obtenía, al lograr la cuarta Copa de Honor Rioplatense, su séptimo título internacional oficial (5).

El octavo llegó con la conquista, de la Copa del Río de la Plata de 1919, disputada el dieciséis de mayo de 1920 en el Parque Central, con victoria de Nacional tres a cero frente a Boca Juniors, con anotaciones de Héctor Scarone, Ángel Romano y de Santos Urdinarán.

El noveno, fue la Copa del Río de la Plata del año siguiente, la de 1920, dirimida el veinte de noviembre de 1921, en cancha del Sportivo Barracas, con un nuevo triunfo frente a Boca Juniors, dos a uno en esta oportunidad con goles de Andrés Mazzali (que luego marcaría época actuando como arquero) y de Ángel Romano.

Erróneamente algunos comunicadores deportivos en relación a los equipos más tradicionales de nuestro país, suelen afirmar, cundo no, preguntan sugiriendo la respuesta, que no sería posible concebir al uno sin el otro, como si fueran las dos caras de la misma moneda, diferenciadas una de otra, pero en definitiva, unidas estrechamente entre si.
Parecen desconocer que antes de la fundación del Club Atlético Peñarol a fines de 1913 (6), Nacional obtuvo nueve títulos oficiales a nivel local y alcanzó para Uruguay su primera victoria internacional de selecciones y su primer título internacional oficial de clubes.

Pero la mayor de las omisiones, es desconocer o callar que la etapa de mayor gloria y esplendor de nuestro fútbol y la expansión del mismo a nivel mundial vino de la mano de Nacional; de la calidad y destreza de sus jugadores, de la visión y empeño de sus grandes dirigentes, y fundamentalmente de lo que representó institucionalmente para nuestro principal deporte, siendo de la Asociación Uruguaya de Fútbol, sostén en lo interno y buque insignia hacia el  mundo.

Tras la expulsión de Peñarol de la Asociación (7), comandado por Nacional el fútbol uruguayo comenzó su ciclo más brillante y exitoso, coronado con su primer título mundial en la olimpiada de Colombes  (8).
En el cierre de esa gesta por tierras parisienses, el saludo con que los jugadores de Uruguay retribuyeron el maravillado aplauso reverente que le tributaban los espectadores desde las gradas, fue el inicio  de la primera vuelta de honor, que luego se extendería a todos los países y todas las disciplinas deportivas con el nombre de vuelta olímpica. Allí estuvieron presentes con su toque de distinción muchos jugadores de Nacional (9)  y otros tantos que pronto se incorporarían (10) a sumar esfuerzo y calidad a sus equipos.
Pero no hay que olvidar que ese emprendimiento olímpico que impregnó por primera vez de gloria mundial al fútbol uruguayo, fue posible por la visión y el empuje de algunos de nuestros más brillantes personalidades, el Dr. Atilio Narancio, socio fundador y en varias oportunidades presidente del club y en ese entonces presidente de la AUF, impulsando el proyecto primero e hipotecando luego sus propiedades para financiar la gesta, por lo que se ganó para la posteridad la distinción de ser conocido como “El padre de la Victoria”, y también por el presidente de Nacional de la época, Numa Pesquera, otorgando un cheque en blanco para que sea posible llevar adelante el desafío soñado.

Nuestro patriarca, el Dr. José María Delgado escribía a fines de 1924 que:
” El football uruguayo ha crecido tanto, que ya el escenario nacional, el rioplatense y hasta el continental no alcanzan para satisfacer sus legítimas aspiraciones. Acabamos de ganar el campeonato del mundo sin que la más mínima duda desvalore nuestro triunfo; de hoy en más es esa la única corona que consideramos digna de nuestra frente.

El porvenir se nos abre, pues, como una límpida mañana; podemos garantir que será nuestro, como lo es el presente y lo ha sido el pasado.

Hacia él vamos, a paso elástico, con el corazón ligero y la mente sin sombra, sintiendo no sé que pájaros épicos que vibran anunciándonos milagrosas hazañas futuras”.

La historia se encargaría de confirmar el vaticinio del Dr. Delgado, no solo con los triunfos en la Olimpiada de Ámsterdam en 1928 (11) y en el primer mundial organizado por FIFA en que Uruguay fue anfitrión en 1930 gracias al buen puerto al que llegó la idea de Roberto Espil y José Usera Bermúdez para que nuestro país fuese la sede del citado torneo (12). Previo a esas nuevas conquistas mundiales el nombre de Uruguay se escucharía en el mundo, nuevamente de la mano del Club Nacional de Football.

Siglos atrás Europa había conquistado América con una cruz y una espada en cada mano, en 1925 América  conquistaría Europa (13) con la destreza de sus deportistas que deslumbraron a su público y con el empuje visionario de sus dirigentes que lo soñaron e hicieron posible.

La gira europea de Nacional de 1925, fue la más extensa en el tiempo y número de partidos realizada por un equipo de fútbol del mundo (14).
Más de medio año de travesía hasta retornar al puerto de Montevideo que lo vio partir, y una distancia recorrida en tren que alcanzaría para dar la vuelta al mundo (15). Fueron cinco meses y medio recorriendo Europa como fresca brisa de gloria que soplaba desde un lejano y prácticamente desconocido país al Sur del mundo.
Desde la apertura de la gira el ocho de marzo en el estadio de Colombes, hasta el cierre de la misma, el ocho de agosto en La Coruña, Nacional disputó ante unos ochocientos mil espectadores, treinta y ocho partidos, de los cuales ganó veintiséis, empató siete y perdió cinco. Ciento treinta goles recibieron los pórticos europeos y los locales solo pudieron anotar treinta.
Durante su transcurso Nacional llegó a disputar el mimo día tres partidos, en tres diferentes países de dos continentes (16).

Luego de Comandar la gesta de Colombes, con las giras de 1925 por Europa y 1927 por Norte y Centro América (17),  Nacional con  su escudo  como escarapela de la patria estampado en el corazón de la blusa alba (18), llevó el nombre de Uruguay por el mundo, siendo desde siempre en el deporte su mejor embajador deportivo. (19).


Fin de la primera parte
La gloria continúa en la próxima entrega



                                                                           Norberto Garrone