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lunes, 16 de febrero de 2009

Nacional, el campeón a puro huevo




Estaba en el horno, como suele decirse ahora cada vez que la situación pinta mal. Y no era descabellado pensar que fuera así, porque el tricolor estaba abajo en el marcador, había sufrido la expulsión de Adrián Romero y Danubio parecía tener las armas adecuadas para adueñarse definitivamente del cotejo y del Apertura.

Sin embargo, una vez más los jugadores tricolores sacaron a luz los valores primordiales que deben tener todos aquellos futbolistas que aspiran a convertirse en defensores de una camiseta tan rica, tan llena de historia. Entonces, con rebeldía, con amor por la casaca, con fe en lo que se podía conseguir, con mucho coraje y con la capacidad técnica de sus jóvenes o nuevos valores logró salir del horno.

Y el delirio fue total. Las tribunas regalaron una fiesta soberbia de entusiasmo. Motivada primero por la buena aparición de Álvaro Fernández para empatar el partido de cabeza, en un juego aéreo que hasta ese momento había sido casi propiedad absoluta de los danubianos.

Pero la mayor explosión, la que hizo que el cemento del Centenario amagara en dividirse en cientos de pedazos, fue la jugada que fabricaron Nicolás Lodeiro y Santiago García.

El "Nico" le metió un mágico pase, que cayó a espaldas de Sergio Rodríguez, al "Morro". El delantero bajó la pelota con el pecho y después definió maravillosamente para meter el balón abajo, contra el palo derecho de un Esteban Conde que con su vuelo convirtió en más espectacular la definición que cerró la noche.

Pero para llegar a esa fiesta, Nacional primero tuvo que sufrir. Sentir que el corazón podía salirse del pecho cuando Álvaro Fernández fracasó en su intento por vencer a Conde, después que el volante había robado una pelota en la salida de la retaguardia danubiana.

Comprobar que las incursiones hacia la defensa franjeada fueron perdiendo potencia y creatividad, especialmente porque los jugadores fueron dejando en el olvido a Lodeiro y porque los volantes se equivocaron demasiado en las entregas.

Además, la tensión se incrementó cuando Leal encaró con pelota dominada o cuando Ifrán hamacó el cuerpo en un par de jugadas para dejar a más de un oponente por el camino.

Si de nervios o angustia se trata, la de mayor nivel apareció con el regalito de Burián a Sergio Rodríguez, después de un centro de Perrone. El débil cabezazo se le escapó al arquero y los muchachos de la Curva de Maroñas se pusieron en ventaja. Por otra parte, la historia pudo ser peor si en los siguientes minutos, cuando el bolso acusó el impacto, los futbolistas de Martín Lasarte le hubieran dado más potencia a sus llegadas.

De la misma forma que, tras la roja que recibió Romero, hubo unas cuantas acciones que no terminaron generando paro cardíacos, porque en lugar de apuntarle al arco de Burián la pelota terminó pegando siempre en un defensa que se cruzó por el camino.

Pero como Danubio no consiguió sacar más rédito de las apariciones por derecha de Miguez, ni fue más productivo con la aparición de Jorge García por izquierda (dos cambios que Lasarte metió para llevarse el cotejo), lo que se vio en la cancha fue la grandeza de un equipo conformado por jugadores con alma tricolor.

Con gente que quiere festejar de verdad en el club. Lodeiro, de gran cotejo, hizo de las suyas por la izquierda. Fernández movió a todo Nacional y también a los rivales por la derecha. El "Morro" creció como si el partido recién comenzara. "OJ" fue una trituradora en el medio. Arismendi robó un millón de balones. Y el resto acompañó en esa papel bien uruguayo de "meter y meter".

Además, la gente acompañó. Demandó con sus gargantas mayor adhesión. Más entrega. Y los jugadores respondieron como "caballos".

Nacional festejó el título. Es el campeón del coraje, porque una vez más dio vuelta un partido y con diez hombres. No es poca cosa.

Las cifras

3ª final que Nacional le gana a Danubio cuando se trata de un partido por el Uruguayo.

2 goles en la misma cantidad de partidos por el Apertura anotó Álvaro Fernández.

Fuente:ovacion

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