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lunes, 7 de diciembre de 2009

OH CAPITAN, MI CAPITAN


El realizar un análisis respecto a quienes, a todo nivel, ya sea como jugadores, técnicos o dirigentes, han pasado por nuestra institución en el último cuarto de siglo (1983 – 2008), me lleva a adoptar como título más adecuado para este artículo, las estrofas del poema de Walt Whitman, aquellas que nos acercara para nuestro conocimiento el Sr. Keating, aquél entrañable profesor interpretado por Robin Williams en la película “La sociedad de los poetas muertos”.

Porque fuera de la ficción y por estas latitudes, en “la sociedad de los carboneros moribundos”, digo “Oh Capitán, Mi Capitán”, para expresar mi reconocimiento y admiración a quien considero la figura más importante del Club Nacional de Football en los últimos veinticinco años, el Sr. Hugo de León.

Por más que el capricho de tomar este período de tiempo, deje fuera de consideración la actuación de Hugo en la campaña de 1980, o lo encuentre en el año de partida (1983) llevando al Gremio de Porto Alegre a la cima de América, con la conocida dedicatoria luego de esa final, dirigida a los hinchas tricolores del Uruguay.

A pesar que recién hace veinte años retornara al club, para impregnarle al plantel del 88, ese plus de jerarquía y carisma con el que se obtuvieron las últimas grandes conquistas internacionales que a nivel de clubes obtuvo el fútbol uruguayo.

La estampa de De León, tomando la pelota bajo el brazo para ejecutar el penal que aseguró la copa Libertadores de 1988, y que seguramente le hubiese tocado patear a varios antes que a él, es una postal de responsabilidad y categoría.

Ese mismo Hugo que volvió en 1992 para contribuir a poner fin a una larga espera para levantar nuevamente la Copa Uruguaya; el mismo que no quiso defender otros colores en nuestro país, porque así se lo dictaban sus principios y su corazón.

El mismo que volvió, en uno de los momentos más adversos de nuestra historia, para, desde la dirección técnica, comandar al club nuevamente a la victoria y liberarnos del lastre. Citando el mismo poema de Whitman:

“¡Oh, Capitán!, ¡mi capitán!, nuestro espantoso viaje ha terminado, la nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el premio que anhelábamos, el puerto está cerca, oigo las campanas, el pueblo entero regocijado…”

Como director técnico De León conquistó tres de cuatros campeonatos uruguayos, y en su último retorno, en la segunda mitad del año 2004, nos dejó el recuerdo de dos remontadas clásicas, de cero a uno a dos a uno con goles de Medina y aquella del cero a dos al definitivo tres a dos con goles de Luis Romero y Abreu.

Pero Hugo De León no solo ha sido ganador como jugador y como técnico, es también uno de los referentes con que nos identificamos los hinchas, y también, es quien más ha sabido defender al club de los ataques del entorno futbolero.

Por eso, en un análisis racional, considero a De León como la gran figura del último cuarto de siglo, entre todos aquellos quienes a distinto nivel y en diferente lugar pasaron por el Club Nacional de Football.

A pesar de no haber compartido alguna actuación suya como jugador o alguna decisión que hubiese tomado como entrenador; porque siempre me he permitido discrepar incluso con aquellos que se han ganado mi admiración y cariño dentro o fuera de la cancha. Porque no creo en aquellos a quienes se les coloca en el lugar de semidioses, a los que todo se les permite o todo se les perdona. Creo en los hombres con sus valores y principios, más allá de las circunstanciales diferencias.

Por eso considero también imperativo un nuevo retorno “del Hugo” al club, a un cargo institucional acorde con su figura y su prestigio,dirigiendo y ordenando como lo hizo de uno y otro lado de los límites del terreno de juego.

Siendo también brújula de jugadores jóvenes, a los que desde temprana edad, les pretenden comprar las ilusiones de grandeza para cambiárselas por una sedentaria vida de turista en Europa, resultado de mirar el fútbol como espectadores y no como protagonistas.

Pero fundamentalmente, para que, traído nuevamente por gente con objetivos de alto vuelo, vuelva a ser, aunque en un plano diferente, aquel gran caudillo y patrón que fue en la cancha: para mirar serio y trancar fuerte con los dientes apretados, a todos aquellos que se acerquen a Nacional para intentar servirse del club y no para ponerse a su servicio.

Espero que su vuelta a casa sea pronto, Sr. Hugo de León, “Oh Capitán, mi Capitán”

Norberto Garrone

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