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lunes, 7 de diciembre de 2009

Un "MP3" contra una vitrola


Plantear una duda sobre lo que pudo pasar entre dos equipos de tan distinto potencial si el más fuerte no se hubiera puesto en ventaja -por un error del arquero y la mitad del fondo de su cuadro que lo dejó solo- cuando apenas iban 2` sería lo mismo que protestar un "óbol" cuando se va perdiendo por cinco goles.

La diferencia entre este Nacional y este Peñarol, como se vio en el primer tiempo, cuando el elenco de Acevedo mantuvo su alineación original, y -en menor medida- también en el segundo en cada uno de los más contados y punzantes contragolpes que metieron los tricolores, es tanta como esa que, por ejemplo, hubo entre la imagen que dio la Colombes, engalanada con banderas -uruguayas, incluso- y una ordenada distribución de tubos de nylon blancos, azules y rojos, y postal que dejó la Amsterdam, donde la inmensa bandera de Peñarol que la hinchada desplegó de arriba hacia abajo, fue corriendo al revés, "patas para arriba", como anda el club de sus amores desde hace mucho.

Está bien, ya se sabe: "en la cancha son once contra once"; pero precisamente ahí, es donde las diferencias se hicieron mayores.

Al principio, cuando Peñarol trató de reaccionar ante ese gol tempranero que regalaron el pase atrás del "Pollo" y el rechazo corto de Sosa, la lentitud de Pacheco, De los Santos y Darío Rodríguez para "pegar la vuelta" cada vez que Nacional frenó los precarios pelotazos frontales con los que los aurinegros atinaron a salir desde el fondo, y a través de los pies de Lodeiro, "Matute", Varela y Regueiro salió "en estampida" de contragolpe, hizo que los jugadores del cuadro de Púa corrieran siempre mirándole el número a los tricolores.

Fue por ese motivo, entonces, que Nacional le entró a Peñarol por todos los rincones; tanto del mediocampo como de la última zona. Y no hubo remedio posible. Por más que Púa, con cambios "a lo Carrasco", pegó el "volantazo" táctico, estratégico, sin demoras, el trámite no cambió nada o, a lo sumo, muy poco.

Como la mediacancha aurinegra no podía tapar la creatividad de Lodeiro y "Matute", que por pasajes se intercambiaban de andarivel para que Peñarol perdiera aún más la brújula, porque el movedizo Román se iba a atrás de alguno de ellos y caía en el desorden, Nacional se metió casi "como perico por su casa", a espaldas o por el costado de adentro de Aguirregaray, por el sector de la zaga donde Darío Rodríguez parecía jugar pisando terreno fangoso, y también por el flanco izquierdo del veterano zaguero, ya que Guillermo Rodríguez tampoco conseguía cerrar -como pasó en la jugada del segundo gol rival- esa autopista de varios carriles que estaba abierta hacia el arco de Sosa.

Entonces, Púa "se la jugó": sacó a De los Santos y puso a Orteman, que aportó mayor equilibrio en la contención porque tuvo un poco más la pelota, aunque al veces la pasó mal y en forma peligrosa; y, ya en el complemento, entró a jugar con línea de 3 atrás, aunque Román dio una mano para formar una de 4 al recostarse sobre el fondo, y arriba "revivió" el ataque inerte, que había rematado sólo dos tiros al arco rival en 45`, pero no pudo torcer el rumbo inexorable del partido, justamente porque en la cancha son 11 contra 11.

Ahí, por más que hiciera Púa, en velocidad, en ritmo, en dinámica, atacando o en contragolpe, la diferencia fue como la que hubo entre la Amsterdam y la Colombes: Nacional es un moderno "MP3", Peñarol una antigua vitrola.

Fuente:ovación

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