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jueves, 16 de julio de 2009

Una ráfaga de Holanda 74`


A ver. Rápido. ¿Qué jugada, o que situación de las finales globaliza, puede llegar a ser una síntesis, o una suerte de postal de este Nacional que anoche "terminó" de ganar el Uruguayo de la temporada 2008/2009 en forma concluyente, inobjetable?

Porque la del gol de Lodeiro, después de juntarse con el "Morro" en la forma y la medida que lo hacen los dos juveniles cuando en lugar de hacer la personal resuelven desparramar defensas rivales como verdaderos compadres, sutiles, hábiles, desfachatados, puede definirse como la frutilla arriba de la torta; la explosión que le faltaba en un segundo tiempo en el que Defensor decidió vender cara la pérdida del título pese a su impotencia atacante, a una consagración que, tal vez, no merecía plasmarse con un empate.

El final, tampoco. No es un poster de este Nacional que ganó tres de cinco finales. Que igualó las dos restantes. Y tuvo un atributo clave, determinante: cuando tuvo que aparecer para hacerle daño o liquidar al contrario e, incluso, en algún momento, para que Defensor no lo liquidara, apareció. No falló. Fue implacable.

Esto es: Larrionda tocó pito por última vez, y los los jugadores tricolores festejaron, gritaron, cantaron, pero con las emociones controladas. Sin desbordes gestuales. Sin llantos. Y con Pelusso, "bolsilludo" -como se decía antes, cuando el hoy entrenador de Nacional era un niño en Florida- de alma, aunque desde que llegó al glorioso club de los hermanos Céspedes prefirió anteponer su profesionalismo a la tentación de "vender" ese sentimiento, esa imagen, ocurrió otro tanto.

Es decir: Larrionda dió por terminada la larga serie de finales y Pelusso -seguramente la procesión (de San Cono, en este caso) iba por dentro- apenas si apretó el sobretodo como para abrochárselo. No le estalló la conquista del título ni en la cara ni la garganta. Tampoco se entregó a la locura de ir de abrazo en abrazo. Apenas si se fue arrimando, a veces de atrás, a veces de costado, como un padre, como un familiar, como un invitado a la fiesta, para felicitar a sus jugadores por lo que habían logrado. También por lo que habían dejado.

Entonces, ¿cuál es la jugada o la situación capaz de resumir, al menos en el partido de anoche, a este Nacional que avivó, o revitalizó, la hegemonía que ha impuesto y mantiene en lo que del Siglo XXI, en el ámbito interno del fútbol uruguayo?

Minuto 41` de la primera etapa. De Souza viene a recibir una pelota sobre la América, dándole la espalda al círculo central de la cancha, y cuando se va a dar vuelta, "le caen" el "Flaco" Fernández por la derecha, el "Hueso" Romero por la izquierda, y "Ojota" Morales, y hasta Matías Rodríguez, que cruzó desde el sector opuesto del mediocampo, para apretarlo por la espalda. ¡Impresionante!

Eso fue anoche Nacional, en los 45` iniciales. Después aflojó un poco; pero a la hora de imponerle su personalidad colectiva -y las de varias de sus individualidades- al contrario, fue un equipo práctico, serio, pragmático, con una determinación que, como en esa jugada en la que tuvo una ráfaga de similitud -defensiva- con la revolucionaria Holanda del 74, resultó desequilibrante. En suma: un campéon con clase.

Un "bolso" de alma

Victorino se besó la mano izquierda y con la derecha le dedicó el gol a la hinchada, especialmente al sector que ocupó la Colombes. El zaguero es "bolso" de corazón e hizo lo todo lo posible para quedarse en su cuadro del alma.

Victorino los madrugó

Mauricio Victorino, un elegido para partidos decisivos, aprovechó a los 25` que Vera "perdió" su referencia en el juego de alto y, con la determinación que lo caracteriza, metió un cabezazo que inició el camino hacia la gloria: 1-0.

Los tricolores recopados con la copa uruguaya

Lodeiro y Victorino se desahogaron y levantaron el trofeo de Campeón Uruguayo con más ganas que nunca. La frustración de quedar eliminados en semifinales de la "Santander" Libertadores quedó atrás y los tricolores se recoparon con su contundente triunfo en el ámbito local.

"Hola, ¿familia lODEIRO?"

"Nico" Lodeiro se emocionó tras convertir el gol de la victoria y se lo tributó a sus padres y familiares más cercanos. Dijo que pensó en todos ellos. El juvenil se consolidó en el 2009 y dio su primera vuelta olímpica en Primera.

La bolilla que faltaba

Nacional merecía cerrar su supremacía en las finales con una victoria y, a 6` del epílogo, Lodeiro realizó una jugada fantástica. Se apoyó en el "Morro", giró, remató cruzado y explotó el estadio: 2-1, era la bolilla que faltaba.

Rinus pelusso

La rotación de Lodeiro y Fernández, para caer por los flancos del ataque, se asemejó a la de la selección de Rinus Michels en el Mundial 74.

Fuente:ovación

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